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domingo, 29 de octubre de 2023

Reseña «El lirio blanco»


Tras tres lectura de #ElLirioBlanco (dos en castellano y una en catalán) creo ya puedo intentar hacer una crítica más o menos constructiva del último álbum (cómic) publicado de Astérix.

EL LIRIO BLANCO

Cabe decir que he intentado con todas mis fuerzas, que no son pocas habiendo caído en la marmita de poción cuando era pequeño, hacer la reseña de forma objetiva, imparcial y no comparativa. Imposible. Es subjetiva, adoro todos los álbumes de Astérix y es imposible no hacer comparaciones. Lo que sí voy a evitar son los spoilers y, por ello, no va a haber imágenes del álbum 40 en este hilo más allá de la portada y alguna publicada por la editorial francesa.

Más que ameno es un cómic superdivertido, y más teniendo en cuenta de dónde venimos. Especialmente en el primer tercio, pero los buenos gags no decaen en ningún momento. Quizás hacia el último tercio, cuando el final un tanto precipitado y previsible, hace que la comicidad no sea delirante.

Los álbumes de Astérix se dividen en dos: los que suceden en la aldea y los que suceden en un viaje. En estos últimos se nos suelen mostrar los tópicos, positivos o no tanto, de los habitantes del lugar a visitar. Estos dos tipos de álbumes de todos es sabido que se alternan, a uno le sigue otro y nunca hay dos seguidos en la aldea ni dos seguidos de viaje. Esto es algo que ya expresaron Goscinny y Uderzo hace décadas, una regla no escrita como ley, pero dejada muy clara en mil entrevistas.

Sin embargo, la línea que separa un aventura local de un viaje es delgada. Todos los álbumes tienen 48 páginas. «Astérix en los JJOO» (tocaba viaje) es un álbum alrededor de los famosos Juegos pero también un viaje a Grecia, pero los galos no pisan ésta hasta la página 24. En «Astérix en Hispania» hasta la página 27. En «Astérix en Helvecia» hasta la 23. En «Astérix en Córcega» hasta la 22... Eso no quita que en otro viajes en seguida se plantan en destino. El récord está en «Tras las huellas del Grifo» que lo están en la página 7.

Hasta esas páginas son aventuras en la aldea.

En «El lirio blanco» (tocaba aventura en la aldea) hay un giro, más o menos brusco, en la página 23 para pasar de una aventura íntegramente en la aldea a un divertido y anacrónico viaje y, a partir de la 32, presentarnos a muchos km en un lugar que, aunque ya visitado, nos deja un reguero de desternillantes nuevos anacronismos.

Este es uno de los muchos motivos que hace que Fabcaro, el guionista, nos haya transportado a álbumes de los de hace décadas, en cierta forma trasgrediendo una norma pero cumpliendo con un esquema ya usado. 

Otro es el buen uso de los juegos de palabras. Para mi gusto usa demasiado los gags conocidos: peleas entre Ordenalfabétix y Esautomátix, los piratas sí o sí, el "gordo", el "tú no beberás"... como ya hacía Ferri, sea dicho de paso. Hay quien cree que todos esos gags deben aparecer, a lo cual discrepo, pues de algunos se abusa (p. ej. de los piratas)

El tema a tratar en «El lirio blanco» (podéis leer la sinopsis aquí) y el antagonista eran asuntos peliagudos, pues muchos nos temíamos una copia de «El adivino». Para bien o para mal no ha sido así. Viciovirtus tiene su propia personalidad y lo que muchos creíamos iba a concluir similar (o peor) en lo que le pasa a Prólix, el adivino, en este caso. es diferente. Y digo "para mal" porque para mí hay un cambio de actitud a partir de precisamente la página 23 que le hace menos interesante y "un romano más con la misma orden de César". Prólix, en cambio, se mantuvo en sus trece aunque "Taranis haga que el cielo se desplome sobre su cabeza". Viciovirtus, aunque no cambia su forma de pensar, sí adopta demasiado pronto otro plan, que nada tiene que ver con el original, para conseguir su objetivo. Esto lo hace menos interesante y, a mi gusto, empobrece el guion.

Creí, erróneamente, que el papel de las mujeres y en especial de Karabella iba a ser muy similar al que tuvieron en «El adivino» e iban a ser la solución al problema. Acertadamente el final es diferente, pero un tanto decepcionante en cuanto al papel femenino.

Otro motivo que va a hacer de este un álbum un tanto especial, es que Fabcaro ha sabido mejor que Ferri tocar la fibra del verdadero comprador del álbum: el adulto, madre/padre (o no) de familia, que lo va a leer antes que su hijo/a. Ha sembrado el álbum de referencias a álbumes antiguos, especialmente de la "era Goscinny", la más querida por todos. Algunas tan explícitas como la intervención de personajes conocidos de aquellas aventuras y otras citadas con una nota al pie de viñeta. Y más que descubrirá el lector fan, referencias por ejemplo a «La Cizaña», pero también a «La Odisea de Astérix», con guion de Uderzo.


Destacaré aquí la labor de los traductores. Ignoro (de momento) qué tipo de canciones se han usado en el original francés y es que es un clásico en Astérix adaptar canciones más o menos actuales y populares cambiando alguna palabra por un tema galo o romano. En ese sentido, los traductores vuelven a tocar la fibra del comprador del cómic, con canciones de su infancia/juventud no usando canciones de la más ferviente actualidad. 

Un "pero", que no sé si achacar a ellos o a la editorial: si revisáis las traducciones de los álbumes anteriores como se ha hecho para La Gran Colección y para La Colección Integral y se cambia algo, respetad ese cambio. Que en este álbum volvamos al original español nos vuelve locos, de verdad. Ese u otro. Decidios.

¡Ah! quizás hace tiempo que se viene haciendo, pero gracias por traducir al catalán directamente del francés y no del castellano. Se nota y es un acierto.

Además de los cameos de famoso (Viciovirtus está, dicho por los autores, físicamente inspirado en una mezcla de Bernard Henri-Lévy (BHL) y Dominique de Villepin) 


los cameos artísticos son una de las cosas que más fascinan a muchos fans de Astérix. Descubrir esas frases de la literatura universal, esos cuadros simulados por Uderzo, esas estatuas representadas por cualquier personaje... Aquí se usan, y mucho, las frases literarias (muy bien) y, sin ningún tapujo, algunos pintores y cuadros. Hay alguna que otra sorpresa más difícil de descubrir y alguna que precisará la intervención de expertos. Personalmente prefiero esos cameos que no te esperas, que en una primera lectura no ves, ese cuadro de Rembrandt o esa balsa a esos que me los citan explícitamente.


Así como veo que cada vez los álbumes con nuevos autores nos proporcionan mejores guiones, en el dibujo veo a Conrad más "tímido". Sus primeros álbumes me parecieron muy acertados en la ambientación, aunque no tanto en el movimiento de los personajes (especialmente de Astérix). Pero no le veo evolucionar como esperaba. Sigue ambientándolos excepcionalmente y el dibujo de Astérix ha mejorado algo (genial en la portada), pero muy poquito. Lo encuentro excesivamente bajo de estatura. Sus alas son inexpresivas y su movimiento insulso. Así mismo, Obélix es muy redondo y con una actitud graciosa, pero demasiado, con ojos a menudo inexpresivos. 

Inciso: fantástico el gag de la página 42. Un estilo poco visto en Astérix, pero muy acertado en el guion y en el dibujo.

El Obélix que más me gusta es el que nos hizo Uderzo entre «Los Normandos» y «El Regalo del César». A partir de ahí Uderzo lo hizo demasiado serio y alto.

Volviendo al dibujo de Conrad, no veo grandes viñetas que me maravillen, ni movimientos que me hablen por sí solos. Lo siento, Conrad, Tarrin en los álbumes ilustrados («El secreto de la poción mágica» y «El reino milenario») está haciendo mejor trabajo.


Por cierto, ya que cito «El reino milenario», voy a criticar a Hachette, ostentadora de los derechos de Astérix desde que Uderzo se los vendió: no nos podéis mostrar un personaje tan importante como Astérix con un comportamiento antagónico entre dos aventuras contemporáneas: la película «El Reino Medio» y el cómic «El lirio blanco», aunque sean medios diferentes. Esto no hubiera sucedido jamás con Goscinny. Si queremos hacer cosas diferentes, mostrar otras vías (como Lucky Luke) se dice, se hace y, llegado el caso (mi caso), se aplaude. Pero si se dice que no va a ser así, que se sigue una misma línea, la línea tradicional, se sigue ésta en los dos medios.

 

Volviendo al dibujo del cómic, el uso de los ojos entreabiertos, cansados, es excesivo. Por no hablar de la de veces que Panorámix (con ojos entreabiertos) se mesa la barba. Necesito a Panorámix más enérgico y sabio, no dubitativo. La nariz es aguileña, carácter fuerte y carismático, no redondeada. Conrad, no lo veo.


¿Está Ideáfix? Está. Costará verle. Parece que haya encogido (mal, Conrad, mal) y no tiene ningún aporte a la aventura (mal, Fabcaro, mal). Aunque esto podría ser una estrategia empresarial de la editorial, pues ya sabéis que hay una línea spin-off con sus propias aventuras. 


La aproximación a los animales fue una constante en muchos de los álbumes anteriores. Por cierto, me encantan los caballos, tanto los de Uderzo como los de Conrad.


Un último apunte al respecto del dibujo, una pregunta para Conrad ¿es Julio César el actor Vincent Cassel? ¿es cosa mía o cada vez lo dibuja más parecido al actor que hizo ese papel en la última película, la ya citada «El Reino Medio»?


Considero, pues, el trabajo de Fabcaro como muy bueno. Quizás tengamos que decir que lástima sea para un único álbum. O quizás esto haga espabilar a Ferri y se haya dado cuenta de cuál es la línea a seguir (me cuesta ver que un autor tan consagrado como Ferri cambie su línea, pero...). Nadie va a ser capaz de igualar a René Goscinny (ojalá, pero no) así que hay que respetar su esencia y me parece muy acertado darle al lector lo que le gusta, gags trufados de referencias. En este sentido, la labor de Fabcaro me ha recordado mucho a lo que está haciendo Dave Filoni con Star Wars.

Un notable alto para este álbum y, al respecto de los álbumes de nuevos autores (desde el 35, «Astérix y los Pictos» o incluso de todos los álbumes del siglo XXI) un 9.






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